Las extracciones de agua para riego y las bajas precipitaciones redujeron los caudales

Con el último fin de semana de julio finaliza la temporada de pesca en los denominados ríos de montaña, la mayoría de los que no están regulados por embalses, que sufren un fuerte estiaje. La temporada, sin embargo, sigue en el resto si bien la concentración de pescadores será mayor al quedar cerrados la mayoría de ríos y arroyos que componen la densa red fluvial en la provincia de León.

Durante el mes de agosto quedarán abiertos el río Curueño desde su nacimiento al límite inferior del coto de Valdepiélago y el río sil aguas abajo del embalse de las rozas hasta el embalse de Bárcena con la salvedad de que la pesca se efectuará sin muerte.

También se retrasa el cierre hasta el 14 de octubre, sin muerte a partir de septiembre en las siguientes aguas:

Río Cea: Desde el puente de Villamartín de Don Sancho hasta el límite de la provincia de Valladolid. Pese a que el Cea no está regulado por pantano este tramo se beneficia del trasvase del Esla y por lo tanto tiene garantizado un respetable caudal.
Río Esla: aguas abajo del embalse de Riaño sus aguas embalsadas.
Río Porma: aguas abajo del embalse del Porma. En el embalse existe un tramo libre sin muerte cuyo cierre se retrasa al 14 de octubre.
Río Luna: aguas debajo de la central de mora y aguas embalsadas del embalse de Barrios de Luna.
Río Órbigo: en todo su curso hasta el límite provincial.
Río Sil: aguas abajo del embalse de Bárcena y aguas embalsadas.

Furtivos ocasionales

A pesar de que el verano está siendo mas fresco de lo habitual, con un mes de julio en el que las temperaturas han registrado 5 grados centígrados menos de la media, la ausencia de precipitaciones y las extracciones de agua para el riego han reducido el caudal de los ríos que ahora se cierran hasta el punto de que en algunos apenas corre un hilillo de agua. En estas condiciones las truchas se empozan o se ocultan y tan solo mantienen actividad al amanecer y a última hora de la tarde. En esta delicada situación su principal enemigo no es el pescador deportivo, ya que es muy difícil realizar capturas. Sí que lo es, sin embargo, el furtivo mas o menos profesional. El envenenamiento de las aguas es una práctica casi erradicada, pero todavía no pasa un año en el que algún curso de montaña no se vea agredido por el veneno o la lejía, con el enorme daño que se produce sobre los alevines. Si que resulta casi habitual la pesca a mano o utilizando todo tipo de arpones. Coincide además el mes de agosto con la presencia de miles de visitantes en los pueblos, la mayoría emigrantes o hijos de los mismos que mantienen una casa familiar. Ir a bañarse y volver con la cena en forma de suculentas truchas, es una práctica que sigue produciéndose año tras año sin que se corte de raíz.

En este sentido el cierre de la temporada en nada beneficia a las truchas, pues el pescador deportivo mas que un enemigo puede resultar un aliado en la vigilancia del río.

Otra de las causas que inciden en la delicada situación en que se encuentran las poblaciones trucheras en los ríos de montaña es la falta de refugios para las pintonas. Los antiguos puertos de troncos y leña que se fabricaban en hacendera para sacar las presas, casi han desaparecido siendo sustituidos por un cordón de grava, amontonada por una máquina, impermeabilizada con mantas de plástico. Con este sistema no solo desaparece el refugio, sino que también se deja el cauce totalmente seco en el tramo inferior. Las extracciones de áridos, los dragados y la ocupación de riberas ha tenido otro efecto perverso como es la colmatación de las antiguas pozas hasta hacerlas desaparecer. Estos pozos, a veces muy profundos, conocidos y respetados por los ribereños, se han ido cegando y ya no ofrecen a las pintonas la protección que siempre ejercieron. La pervivencia de las grandes truchas en sus lugares de refugio garantiza una adecuada reproducción y que, cuando el río recupere su caudal, volverán a ocupar su territorio en función de la jerarquía natural que deben tener las poblaciones trucheras de cualquier río. Deportividad no exenta de dura competencia han primado en este campeonato de mosca, el primero que realiza el club de Pesca P.M. El río Orbigo, en el que han participado viejos y conocidos aficionados a la pesca deportiva. El escenario de Santa Marina deparó en esta ocasión muchas capturas, si bien el tamaño quedó por debajo de lo habitual en este tramo de río ya que no se superaron los 45 cms en las mayores truchas. Un total de 166 peces de medida fueron contabilizados a lo largo de los dos días de competición, una cifra mas que respetable si se considera que, a estas alturas de la temporada, las «pintonas» se muestran muy esquivas en este escenario en el que se practica la pesca sin muerte.

A pesar de que el nacimiento de esta sociedad se remonta al pasado año, sus fundadores han sabido captar a muchos veteranos con un amplio palmarés a sus espaldas. La clasificación es una buena muestra de ello pues en ella aparecen viejos conocidos de la Semana Internacional o de los campeonatos tanto a nivel provincial como autonómico e incluso nacional. El alto número de federados que ha conseguido en poco tiempo permite augurar que en los próximos años se convertirá en el club que mas pescadores aporte a las diferentes pruebas deportivas oficiales, es decir, las que figuran en el calendario de la Federación de Pesca de Castilla y León.

Dado que varios participantes ya forman parte de la selección provincial, hasta el quinto clasificado concurrirán en representación del club al próximo campeonato provincial. Es la provincia de León la que mas pescadores federados tiene dentro de la comunidad autónoma, a pesar de lo cual aporta igual número de deportistas a la competición autonómica. La dura competencia que surge en este sentido hace que algunos deportistas opten por federarse en otras provincias como Zamora donde el nivel es claramente inferior y, por tanto, tendrán mas posibilidades de superar el listón provincial.